jueves, 21 de agosto de 2008

Apropósito del editorial del 21 de agosto en El DIario de Hoy "Son muchos los espacios para el buen comunicador"

Concuerdo con usted, señor, en la importancia que el lenguaje tiene en el ejercicio periodístico. Las palabras son sin duda muy buenas armas para el periodista. Son “el machete”, como popularmente se suele decir, para el comunicador. Sin embargo, con tristeza vemos a diario, en los matutinos nacionales, como muchos redactores, al servicio de la ideología del medio, utilizan estas para reforzar la opinión del aquel que les paga el sueldo.

En el periodismo, las palabras son como las piezas de lego, se pueden acomodar a la conveniencia de unos pocos para construir, reconstruir, deconstruir los hechos, ignorarlos y en algunos casos hasta borrarlos. Ejemplos en El Salvador sobran. En los medios es muy común encontrarse con frases ofensivas, metáforas despectivas, falsas estadísticas de violencia o de crecimiento económico, opiniones que se transcriben y otras que no, aquella declaración que jamás apareció porque sencillamente no era conveniente en X contexto, o porque a fulanito de tal-anunciante, socio, futuro yerno o compadre- le perjudicaría en algún modo.

Ahora bien, si una ideología diferente a la suya salpica los salones de clases en las universidades referidas, y esta, según usted, acaba empapando a los estudiantes a final de sus estudios con “conocimientos irrelevantes y poco esenciales”, entonces pregunto yo, ¿Por qué acaba el señor contratando a esos jóvenes que ahora desprecia? Porque sé que muchos de los redactores que trabajan en El Diario de Hoy son o fueron estudiantes de la UES o de esa a la que usted llama la "universidad de curas de sotana roja". ¿Por qué no ahorrarse el tiempo en corregir esas “malas mañas” y contratar personal capacitado –léase previamente ideologizado-? Sencillo, porque los comunicadores y periodistas egresados de esas universidades están capacitados, escriben bien. Tal vez no con la elegancia que el sr. exige, pero sí poseen buena redacción; de lo contrario no estarían devengando un sueldo en su empresa. Por lo tanto, debo hacerle la pequeña observación al sr. de que es necesario que aprenda a diferenciar entre un buen redactor y un buen periodista. Pues muchos periodistas hoy en día caen en la tentación se ser tan solo buenos redactores. Aquellos que con las palabras juegan, construyen, encubren y destruyen la realidad, de esos que como usted sabrá, ahora abundan en los medios de comunicación. Y es que, en mi opinión, la ideología de cada quien no interfiere al momento de poner bien una coma, un punto o una tilde. Eso se llama ortografía, gramática, NO ideología.

Me disculpo si a lo largo de este texto he lapidado en alguna forma el lenguaje, pues reconozco que soy pecadora ortográfica, por no acatar todas las reglas que gustosamente Javier Ibáñez publicó hace algún tiempo. Asimismo, celebró el reconocimiento que hace usted de la importancia del buen uso de la lengua en el periodismo, pero sugiero que además de fijarse en si falta una coma o sobra un punto, observe con más atención si falta alguna declaración más “objetiva”, si la opinión de X funcionario no ha sido tergiversada, si la voz de aquel que exige agua en su colonia no es silenciada, o si aquella mujer que exige justicia en el asesinato de su hija es borrada de las páginas del rotativo.
Atentamente.


Link de editorial de EDH http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_opinion.asp?idCat=6342&idArt=2728560