lunes, 15 de marzo de 2010

El parque de las fantasías infantiles

Por: Jéssica Medrano

En medio del bullicio de la ciudad, entre viejos edificios y largos caminos de asfalto, se encuentra un pequeño espacio lleno de árboles, frescura e historia. Su nombre: Parque Infantil de Diversiones. Un lugar donde, en un sábado por la tarde, las risas de los niños se mezclan y ahogan entre los claxon del transporte colectivo.
Hace 112 años se inauguró este sitio para la alegría de chicos y grandes. El terreno era parte de la finca de la familia Dueñas. Pero de las cientos de hectáreas de bosque que rodeaban el lugar solo queda el recuerdo. Ahora, en sustitución, se levantan edificios y columnas de espeso humo negro.

Ahí mismo, un 15 de septiembre de 1912 se declararon oficialmente como símbolos patrios tanto la bandera como el escudo nacional actuales. El Doctor David Joaquín Guzmán fue el encargado de declamar por primera vez la "Oración a la Bandera". De eso nadie se acuerda. Sin embargo, basta atravesar la entrada de este parque para que, sin la necesidad de aire acondicionado o ventiladores, el calor desaparezca. Mientras afuera las fértiles campiñas y los ríos majestuosos simplemente se quedaron en la oración.

¿El precio del paseo? 57 centavos de dólar, si se trata de un adulto, y gratis para los pequeños. La palabra gratis atrae a los hijos de los vendedores de las afueras del parque. Pero la mayoría no pasa del portón de entrada. Están atados con bolsas de mangos, cinchos y dulces que cuelgan de sus manos. El trabajo sustituyó los toboganes y columpios de su niñez.

El tren no espera a nadie

Dos pequeños corren ansiosos a los juegos. “Correle, Adonai”, grita uno, “los columpios están vacíos”. En efecto, un par de columpios, uno de los juegos más cotizados del recinto, lucen quietos sin la presencia de los pequeños.
Adonai, el pequeño solicitado, es de Popotlán y se ha escapado de su casa junto a su amigo Juan para venir a jugar un rato. “Yo es primera vez que vengo”, dijo Adonai. “Está bien chivo”, recalcó Juan.

Los niños juegan un momento en los columpios para luego acercarse a los otros visitantes, poner su mejor expresión y decir finalmente: “regáleme unos centavos”. Ellos no piden para comer o para droga. Han descubierto que las ruedas están cerca. Lo que quieren realmente es reunir lo suficiente para poder pagar un par de vueltas a bordo del tren que recorre el parque.

Sonrientes, cuando creen tener lo suficiente se acercan al conductor, este mira las monedas con indiferencia y les dice que no les alcanza, que sigan su camino. Los anhelados 34 centavos de dólar no pudieron ser recolectados. El tren no espera a nadie y menos de gratis. Los pequeños se marchan cabizbajos, y deciden probar suerte para surcar los cielos en los viejos aviones del Campo Marte.

La antigua locomotora inicia su viaje, pasa por la estación A, luego la B, la C, etc. Pero el abecedario del parque está lisiado. Muchas de las estaciones han desaparecido con el paso del tiempo y hombre. A la estación”E”, por ejemplo, le faltan dos patitas para iniciar su marcha, como cantara en otro tiempo Cri-Cri.

La plaza de los números

Esa tarde no hay mucho movimiento de gente. Y la plaza de los números, llamada así porque a cada juego se le ha asignado un número del 1 al 10, no cuenta ni siquiera con cincuenta visitantes.

Con la dolarización el precio de los juegos mecánicos aumentó a $0.23, antes tan solo costaba 25 centavos de colón. Mientras el tren costaba 25 centavos para los niños y colón para los adultos. Ahora a los niños les cobran $0.34 y a las adultos $0.57 los precios se han quintuplicado. Para José Romero, un vendedor de maní esta es una de las razones por lo que la afluencia de personas ha disminuido tanto.

“Antes yo en un sábado hacía 700 colones vendiendo el maní a 25 centavos de colón. Desde que le subieron el precio a la entrada a cinco colones, la gente ya casi no viene y yo ya no gano lo que ganaba antes”, se lamenta Romero, mientras ofrece su producto a $0.25.

Girando entre ilusiones

En el parque infantil parece que el mes de mayo y el día de la madre no pasan. La mayoría de las visitantes son mamás, cabeza de hogar en muchos casos, que llegan a pasar un momento agradable junto a sus hijos.

Ellas, desde abajo de los juegos mecánicos, miran con ilusión como sus hijos juegan a ser pilotos de aviones, conductores de trenes, capitanes de barco, indios o llaneros solitarios, girando entre números, sueños e ilusiones infantiles. Así transcurren las horas, los niños envueltos en algodón de azúcar, las mujeres envueltas en sus anhelos de madre.

Son casi las 4:30 p.m. el vigilante hace sonar el pito anunciándole a la gente que es hora de marcharse, que el parque está a punto de cerrar. Los niños lloran, no quieren bajar del avión, del tren, del caballito… de la fantasía.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Ineptitud policial

Por: Jéssica Medrano

En una noche de septiembre del año 2000 caía en San Salvador una de las tormentas más fuertes de la temporada de invierno. Como todas las noches, desde hacía más de un año, me encontraba acostada en mi cama estudiando matemáticas pues en dos semanas más tendría mis exámenes Privados.

A eso de la media noche, mientras mi cabeza lidiaba con Cosenos y Tangentes hubo un apagón. “Bueno, ni modo, tendré que descansar un momento mientras la electricidad regresa”, me dije. Así que sin dudarlo cerré mi libro de matemáticas y cerré los ojos por un momento. Cuando los abrí, mis ojos no se acostumbraron al instante a la oscuridad y pensé en ver el único objeto que en ese momento emitía cierta luz, un rosario fluorescente que usé durante mi primera comunión, y, como salido de una película de Alfred Hitchcock, en ese momento un relámpago iluminó mi habitación. Al instante vi el brillo de una cuchilla y unos enormes ojos junto a mi cama. Obviamente mi grito no se hizo esperar. Debo admitirlo, pensé que era un fantasma, pensé que era mi prima jugándome una broma, pensé que estaba dormida y era solo una pesadilla, todo eso pasó por mi cabeza en un segundo. Pero no era ni mi prima, ni una pesadilla, y mucho menos un fantasma, pues con el grito la cuchilla, los ojos y un enorme cuerpo se me tiraron encima. En ese momento me di cuenta que alguien había entrado a mi casa y que estaba ahí, sobre mi, con sus piernas sosteniendo las mías y sus brazos sosteniendo los míos. No podía moverme, pero seguía gritando tan fuerte como mis pulmones podían, mientras el tipo solo me murmuraba “Callate niña”. Cuando intento taparme la boca con la mano que sostenía la cuchilla, él erróneamente metió su pulgar en mi boca, cosa que aproveché muy bien, pues lo mordí con todas mis fuerzas y entre dientes -y pulgar- continué gritando.

Mi abuela escuchó mis gritos. “¿Qué pasa?” decía confundida con la oscuridad, la tormenta y mis gritos. Pero instintivamente le dijo a mi prima “Yassury, alcanzame el corvo”. El hombre al escuchar eso en la otra habitación se asustó y decidió huir, y sin pensarlo me soltó y corrió para salir de mi cuarto; pero yo no lo solté, lo seguí mordiendo. En ese momento la casa se iluminó, y él con fuerza sacó su dedo de mi boca. Ya con luz pude ver que el invasor estaba casi desnudo y descalzo, usaba un calzoncillo rojo y lo que parecía ser su camiseta enrollada en la cabeza cual turbante. El hombre salió por el patio, se subió al techo, saltó de la casa y corrió bajo la tormenta.

La angustia inundó la casa. Mi hermana abrió la puerta en el instante en que el hombre pasaba frente a su cuarto y yo comprobé felizmente que ella estaba bien, y que mi abuela, mi prima y mi tía también estaban bien. Del ladrón solo quedaba un rastro de sangre por la casa y un pedazo de piel que le arranqué con mis dientes. Por fortuna la cuchilla solo me había herido un poco los labios y la mejilla y nada más grave había pasado.

Cuando comprobamos que todas estábamos bien, llamé a la Policía. “Una patrulla llegará en un momento”, me dijeron. Pasó una hora y la patrulla no llegó. Llamé otra vez, la misma respuesta. Llamé entonces a mi vecina, ella marcó a la policía otra vez y media hora más tarde la patrulla apareció. Le contamos todo a lo agentes. Entonces me preguntaron, "¿conoce usted al individuo o tiene alguna relación con él?”… “No”, respondí. “Entonces”, me dice el agente, “lo siento pero no podemos hacer nada”. Aquello de la policía siempre vigila, las campañas de denuncia, y la puesta en marcha hacia algunos años del teléfono de emergencia se fueron por los suelos para mí. Pues la Policía, ni vigilaba, ni llegaba a tiempo, ni intentaba siquiera hacer algo. Si por lo menos hubieran patrullado buscando en los alrededores al hombre o advertido a los vecinos del hecho, quizás hubieran prevenido otros incidentes similares, pues semanas más tarde en el vecindario se registraron dos mujeres violadas y una joven de 14 años abusada en un predio baldío cercano a mi casa. No puedo asegurar que fuera el mismo tipo que entró a mi casa, pero tampoco puedo asegurar lo contrario. Hasta la fecha no han encontrado al o los culpables, quizás sea porque para la policía de El Salvador, si uno no es amiga, familiar, o conocida del atacante, no vale la pena investigar, pues prefieren evitar la fatiga a evitar más ataques.

sábado, 6 de marzo de 2010

Crítica y comentario a notas de prensa

Notas http://www.laprensagrafica.com/el-salvador/departamentos/97818-exigen-no-ser-recluidos-en-maxima-seguridad.html

http://www.laprensagrafica.com/el-salvador/judicial/97691-pnc-alerta-sobre-dos-marchas-en-san-salvador.html


Por qué no se entrevistaron a estos pandilleros y familiares?...NO veo ninguna cita de los manifestantes!!! si llegaron a un acuerdo para marchar...podría existir la posibilidad para el diálogo entre ambas partes...? Si hace 18 años se logró el diálogo y posterior firma de paz entre guerrilla y gobierno, por qué no se busca lo mismo con las maras, pero con propuestas claras no con puberticas útopías...Con demonizar a estos jóvenes no estamos contribuyendo en nada...Y cuando uno tiene un supuesto "demonio" enfrente o sale huyendo, o se le hinca enfrente, o le tira piedras o balazos, según sea el caso,(Y hablo desde un sistema judicial débil hasta la Verdulera que paga la renta, desde la gente que todos los días dice "mareros hijos de la gran $#$%..hasta los grupos de exterminio., desde aquel que cerró la puerta cuando pasó la marcha hasta aquel que se cambió de casa)...Ninguna de estas cosas sirve...tarde o temprano ese "demonio" se nos vuelve a parar enfrente y se rie en nuestra cara.Y este "Satanas" no es otro más que el miedo que tenemos y nos paraliza. Ni el que se hinca ante un marero, ni el que huye, ni el lo ataca ha logrado algo hasta la fecha.NADA, solo que los índices de de homicidios suban.La culpa de que estemos como estamos es de TODOS. El día en que todos digamos "No más"´, ese día puede empezar la paz. Este comentario vino a raíz de la ausencia de voces de pandilleros en esta nota. Ya sea porque, la periodista tuvo miedo de acercarseles, porque el periódico censura a los pandilleros o porque solo están permitidas las voces de aquellos que los condenan. La nota hubiera sido interesante si hubieramos visto al pandillero jugando el rol de activista y no al que estamos acostumbrados. Y sobretodo ver a las dos pandillas rivales con el mismo objetivo...se lo perdieron....que pena con el periódico.

PD: Todos aquellos que se quejaron porque la PNC custodió la marcha-porque siendo objetivos fue una sola, solo que dividida-, porque según ellos con su dinero se estaba protegiendo a los mareros....Bueno, mejor no les digo lo que pienso...solo que creo que ese día-por milagro- la policia tuvo más sentido común que sus quejas.


PostPD: La crítica a la nota es referida a lo publicado en Internet, si en el medio impreso se hizo algo más extenso, obvio que no aplica. Y otra observación....o duda...Por qué la nota sale publicada en Departamentos??????