viernes, 30 de marzo de 2007

El duro camino del reencuentro (Parte I)

Por: Jéssica Medrano
Rossy Tejada

¿Alguna vez ha perdido sus llaves?, ¿ese viejo reloj que le heredó su abuelo?, ¿o quizás ha sentido el vacío que dejó en su bolsillo el “indispensable” celular? De seguro ha puesto la casa “patas arriba” en su afán de encontrarlos. Durante el resto del día usted lamenta la falta de estos artículos y de inmediato busca la manera de reemplazarlos. Ahora imagínese lo que siente una madre al perder a su hijo, una hermana a su hermano, un hijo a sus padres... ¿cómo reemplazarlos? Seguramente estas personas continúan buscándolos. Porque un familiar no se compra en un kiosco.

“La resistencia del Estado es un gran obstáculo”, Milton Aparicio, coordinador de incidencia de Pro-Búsqueda. Esta es la realidad de muchas familias salvadoreñas quienes tienen familiares desaparecidos luego del conflicto armado. “¿Dónde están?” es la pregunta que se hacen a diario, mientras su búsqueda continúa.

Con el afán de ayudar a estas personas, el 24 de agosto de 1994, en Guarjila, Chalatenango surge, formalmente, la asociación Pro-Búsqueda y cuyo objetivo principal es conocer el paradero de los niños y niñas que desaparecieron a consecuencia de la pasada guerra en El Salvador. Pero la tarea no es fácil.

El proceso de búsqueda de los niños desaparecidos culmina con el reencuentro de estos con su familia de origen. Sin embargo se trata de un proceso largo y complicado. En muchas ocasiones el reencuentro no llega.

De los 743 casos registrados a diciembre de 2004, Pro-Búsqueda tan sólo había resuelto un total de 293. De éstos el 60.6 por ciento quedan por resolver. Pues el proceso investigativo implica un duro camino por recorrer, lleno de obstáculos que como murallas impiden el oportuno esclarecimiento de las desapariciones.

Ataduras presupuestarias

Dado que Pro-Búsqueda es una organización sin fines de lucro, la falta de fondos es un constante impedimento en la investigación de los casos. Pese a recibir donaciones de instituciones del extranjero como: Save The Children, de Suecia, Tierra de Hombres, de España, Pan para el Mundo, de Alemania, entre otros, estas resultan insuficientes ante la necesidad diaria de insumos de todo tipo.

“Nosotros no contamos con el equipo adecuado: vehículos, computadoras y los fondos necesarios para otros gastos como el pago de gasolina”, afirmó Lucio Carrillo, investigador de campo de Pro-Búsqueda.

De igual manera, la falta de dinero obstaculiza la difusión del trabajo de Pro-Búsqueda por medio de anuncios y cuñas radiales en los medios de comunicación, ya que esta institución no puede costear un campo pagado para mantener a la población al tanto de los diferentes proyectos y programas que ejecuta la organización.
El alcance que tienen los medios de comunicación contribuiría en gran medida en la labor de Pro-Búsqueda.
Según Carrillo, se ha comprobado que cada vez que Pro-Búsqueda aparece en algún medio, alguien se acerca a la institución para presentar un caso.

Prueba de lo anterior es que de acuerdo al boletín de Pro-Búsqueda, mientras se desarrollaba una entrevista radial en la que participaban los portavoces de la institución, un informante anónimo llamó por teléfono a la radio revelando datos sobre el paradero de una niña desaparecida a causa del conflicto armado en Zacatecoluca, en el departamento de La Paz. Y con esta información, la institución inició las investigaciones, logrando reunir a Sandra Patricia Granados (la niña desparecida) con su bisabuela, 14 años después de su desaparición.


La memoria, el silencio y la renuencia


Muchas veces las trabas provienen, involuntariamente, de las propias víctimas. Ya que en algunos casos lastimosamente no cuentan con la información necesaria que permita dar con el paradero de sus familiares y la investigación se estanca.

Margarita Zamora su madre y cuatro hermanos desaparecieron durante la guerra.Margarita Zamora, de 40 años, es un ejemplo de lo anterior. A consecuencia del conflicto, su madre y cuatro hermanos desaparecieron mientras huían de un enfrentamiento armado. Ella, junto a su padre, interpuso la denuncia ante Pro-Búsqueda. Pero debido a que cuando ocurrieron los hechos, sus familiares –en específico sus hermanos- eran de muy corta edad, esto hizo que la información brindada por Zamora fuera escasa, lo que hasta el momento ha congelado el caso sin mayores avances en la investigación.

El silencio es otra piedra en el camino. Ya que en otros casos de desaparición no existen testigos. O estos, por una u otra razón, se niegan a dar la información solicitada por Pro-Búsqueda, lo que dificulta más la localización de las familias.

Muchas veces, los niños y niñas desaparecidos sí logran ser encontrados. Pero sus padres adoptivos se muestran renuentes a permitir el reencuentro con sus familias de origen. Este es el caso de Silvia Durán, de 70 años, quien con la ayuda de Pro-Búsqueda ya ha localizado a uno de sus hijos: Andrés, que en la actualidad reside en Italia y tiene contacto con su madre únicamente por teléfono y correo electrónico. Pero su madre adoptiva se niega a que este se reencuentre con Silvia.

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