lunes, 9 de abril de 2007

Diario de Semana Santa II

Jueves 24 de marzo de 2005

La madrugada empieza a esconderse en el horizonte, cediendo el paso al astro rey que se asoma por el oeste. Agitación en la sala de la casa, todo mundo corre, se prepara, la arena los espera.


Catorce personas con rumbo a la playa. Y no, no es una excursión es un viaje familiar...Niños ansiosos por jugar en el agua, adultos cansados que buscan un momento de relax. Catorce emociones viajando sobre el asfalto de la carretera al puerto de la Libertad.


La arena caliente recibe a los penitentes veraneantes. Miles de personas recibiendo los azotes de las olas. Mientras la devoción por el bikini se percibe en los ojos de muchos, algunos gozan de un refrescante y santo entierro en la arena, y algún osado devoto del alcohol es rescatado del bochorno causado por la ebriedad o, en el peor de los casos, de los salados abrazos del mar. Pescado frito o asado, camarones, cócteles de conchas, mariscadas, cervezas para los grandes y gaseosas para los más chicos, son los manjares sacrificados en el verano. Así es la playa en Semana Santa.

Conforme avanza la tarde, y el sol le cede el cielo a la noche, botellas plásticas, estopas de coco, los restos de un viejo zapato, bolsas, el desinflado flotador de un veraneante y la infaltable botella “polarizada” son las huellas que la vacación ha dejado en la arena, mientras las olas borran los marcados pasos de los visitantes hasta el próximo asueto.

Viernes 25 de marzo de 2005

Los diferentes rostros de Cristo se presenta en la televisión. Un Jesucristo Super estrella, uno con rasgos demasiados anglosajones, otro con el dolor tallado en madera, y otro más que, desde mi punto de vista, se me presenta como con un poco de resaca del desierto. Es el cumpleaños de mi abuela. 70 primaveras. Y ella ha preferido el rostro del Cristo que nos ofrece Mel Gibson en “La Pasión de Cristo”. Mi frustración del pasado miércoles se diluye frente a la pantalla del séptimo arte. Un Jesús ensangrentado, tal y como describen las visiones de Ana Catalina Emmerich en las cuales se basó la película. Mientras en el rostro de los que observan la cinta se dibuja el dolor por ver las escenas.

Al finalizar , reina el silencio. Al salir, “Esa es la pura ´neta´” le dice un joven a la que parece ser su madre . Y mi abuela vuelve a narrar su anécdota de cuando niña su tío Pedro la llevó a ver “la película de Jesús” como la llama ella, para mi abuela esa es la verdadera película, y no se explica como pudieron grabar todo eso en los tiempos de Jesús. Esta, la de Gibson, es solo una copia de aquella que vio mi abuela, solo que con escenas mucho más fuertes, pero para ella la real es la de su niñez, como para el joven la “Pura neta” es la de Mel Gibson y su bronceado Jesús.

Sábado 26 de marzo de 2005

Sin novedad en el frente. Un sábado de gloria, rodeada de 65 laboratorios de Introducción al Lenguaje por calificar. “Guerra: nombre femenino, singular , incontable y abstracto ”, mientras los periódicos nos presenta cientos de hombres muertos en combate. Cosas del lenguaje supongo.

Domingo 27 de marzo de 2005

Un viaje inesperado. 92 kilometros por recorrer hacia “El Tablón” un cantón en la jurisdicción de San Francisco Javier, departamento de Usulután. Dos horas de camino.

Los niños, y los no tan niños, se distraen con improvisados juegos. “¿Qué estoy comiendo?” se llama el más popular, una dinámica que consiste en dibujar con toda clase de gestos lo que se supone se está comiendo y que los demás adivinen. La mímica va desde la tradicional manzana hasta el tan popular nance con sus tres “pelitos”. Y así se pasó el tiempo. Con el estomago lleno de imaginación.

Al llegar al desvío del cantón, una nube de polvo envuelve el pick up, prueba de que el invierno no ha asomado sus narices por estos lados y que el verano reina a su anchas. Los viajantes llegaron a su destino rubios de polvo.

El calor hace de las suyas. El sudor en los cuerpos es la señal de que el termómetro marca más de 30º C en el granero de El Salvador. Mientras los niños juegan, trepan árboles y el asalto a un octogenario es la hazaña del día. Un viejo árbol de marañones se convirtió en la refrescante salvación para el calor aquel mediodía.

Por la tarde, huevos de plástico, de colores, rellenos de dulces y chocolates sirven de diversión. La tradición “gringa” de pascua es una innovación. Los niños buscan por todas partes, debajo de las piedras o entre las ramas de los árboles los huevos escondidos. Al final todos obtienen un poco de distracción de verano.

Al llegar la noche, la hora de emprender el regreso a casa se acerca. Hasta el próximo año.



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